jueves, 19 de enero de 2017

Historia del Arte: Rafael

Rafael

(Raffaello Santi, también llamado Rafael Sanzio o Rafael de Urbino; Urbino, actual Italia, 1483 - Roma, 1520) Pintor y arquitecto italiano. Por su clasicismo equilibrado y sereno basado en la perfección de la luz, la armonía en la composición y el dominio de la perspectiva, la obra de Rafael Sanzio constituye, junto con la de Leonardo da Vinci y Miguel Ángel Buonarrotti, una de las más excelsas realizaciones de los ideales estéticos del Renacimiento.





Su padre, que fue el pintor y humanista Giovanni Santi, lo introdujo pronto en las ideas filosóficas de la época y en el arte de la pintura, pero falleció cuando Rafael contaba once años; para ganarse la vida, a los diecisiete años trabajaba ya como artista independiente. No se conoce con exactitud qué tipo de relación mantuvo Rafael con Perugino, del que unos lo consideran discípulo y otros socio o colaborador. Sea como fuere, lo cierto es que superó rápidamente a Perugino, como se desprende de la comparación de sus Desposorios de la Virgen con los de este último. Desde 1504 hasta 1508 trabajó fundamentalmente en Florencia, en donde recibió la influencia del arte de Leonardo da Vinci y Miguel Ángel.
De entre sus obras de este período (El sueño del caballero, Las tres Gracias), las más celebradas son sus variaciones sobre el tema de la Virgen y la Sagrada Familia. Los personajes sagrados, dotados de cautivadores toques de gracia, nobleza y ternura, están situados en un marco de paisajes sencillos y tranquilos, intemporales. En estas telas, Rafael da muestras de su inigualable talento para traducir a un lenguaje sencillo y asequible los temas religiosos. Su maestría en la composición y la expresión y la característica serenidad de su arte se despliegan ya en plenitud en la Madona del gran duque, La bella jardinera o La Madona del jilguero, entre otras obras.

En 1508, el papa Julio II lo llamó a Roma para que decorara sus aposentos en el Vaticano. Aunque contaba sólo veinticinco años, era ya un pintor de enorme reputación. En las habitaciones de Julio II, conocidas en la actualidad como Estancias del Vaticano, Rafael pintó uno de los ciclos de frescos más famosos de la historia de la pintura.
Entre 1509 y 1511 decoró la Estancia de la Signatura, donde pintó las figuras de la Teología, la Filosofía, la Poesía y la Justicia en los cuatro medallones de la bóveda, para desarrollar de forma alegórica estos mismos temas en cinco grandes composiciones sobre las paredes: El triunfo de la Eucaristía, La escuela de Atenas, El Parnaso, Gregorio IX promulgando las Decretales y Triboniano remitiendo las pandectas a Justiniano, estas dos últimas alusivas a la justicia. En un espacio de gran amplitud, organizado con un perfecto sentido de la perspectiva, Rafael dispone una serie de grupos y figuras, con un absoluto equilibrio de fuerzas y una sublime elegancia de líneas. No se puede pedir mayor rigor compositivo ni un uso más magistral de la perspectiva lineal.

La escuela de Atenas (1511), de Rafael
En la Estancia de Heliodoro, decorada de 1511 a 1514, Rafael desarrolló cuatro temas históricos, acentuando en cada uno de ellos un rasgo plástico determinado: el claroscuro en La liberación de San Pedro, la riqueza del colorido en la Misa de Bolsena, etc. En la estancia del Incendio del Borgo (1514-1517) predomina ya la aportación de los discípulos sobre la del maestro, lo mismo que en la Estancia de Constantino, donde sólo la concepción del conjunto corresponde a Rafael.
El pintor simultaneó la decoración de las Estancias del Vaticano con la realización de otras obras, como los frescos de El triunfo de Galatea para la Villa Farnesina. A este período corresponden también numerosos cuadros de la Virgen con el Niño, algo más solemnes y menos cautivadores que los de la etapa florentina. Los retratos romanos, en cambio, superan en veracidad y penetración psicológica a los florentinos. En ambos casos, el dibujo es de una calidad inigualable y el colorido, discreto, servidor de la forma.
A partir de 1518, Rafael se ocupó de la decoración de las Logias del Vaticano con pequeñas escenas del Antiguo Testamento envueltas en paneles de grutescos. La Transfiguración, última obra del artista, es considerada por algunos el compendio perfecto de su arte. Sus trabajos arquitectónicos, de menor importancia que los pictóricos, incluyeron la dirección de las obras de San Pedro del Vaticano.
Enlace:http://www.biografiasyvidas.com/biografia/r/rafael.htm


Historia de España: Antonio Maura

Antonio Maura

(Antonio Maura y Montaner; Palma de Mallorca, 1853 - Torrelodones, 1925) Político español. Jefe del Partido Conservador y ministro y presidente del Gobierno en diferentes ocasiones durante el reinado de Alfonso XIII, intentó introducir en el sistema de la Restauración una serie de reformas radicales que acabaron por fracasar. 

 
Estudió derecho en Madrid y en 1878 se casó con la hermana menor de Germán Gamazo, uno de los más destacados políticos del Partido Liberal. Comenzó su carrera política de la mano de su cuñado. En 1881 es elegido diputado por Palma de Mallorca, y se mantiene siempre en la línea gamacista frente a Sagasta. En 1886 es vicepresidente del Congreso y, seis años más tarde, ocupa el cargo de ministro de Ultramar.
Desde su ministerio publicó varios decretos sobre la administración municipal de las Islas Filipinas, y presentó un Proyecto de Ley para el gobierno y administración civil de Cuba y Puerto Rico, en el que se distribuían las competencias entre la administración central de la metrópolis y los respectivos gobiernos insulares. Las polémicas y la gran oposición que suscitó el proyecto provocaron la dimisión de Maura. En 1885 vuelve a formar parte del gabinete de Sagasta, haciéndose cargo de las carteras de Gracia y Justicia.
El denominado "Desastre de 1898" le llevó a adoptar una actitud de censura contra la política de la Restauración. Formuló su doctrina política, basada en lo que denominó "revolución desde arriba", como solución para evitar el desarrollo de un proceso revolucionario. Se hacía imprescindible, según Maura, realizar reformas que se basaran en una radical moralidad, y que se llevaran a cabo por un gobierno que fuese capaz de mantener con energía el principio de autoridad.
Tras la muerte de Gamazo, pasó a liderar el Partido Liberal, hasta 1902, año en que se incorpora al Partido Conservador. Formó parte del Gobierno de Silvela, ocupando la cartera de la Gobernación. Y en 1903 se hizo cargo de la dirección de las elecciones municipales. Su decidida intención de acabar con la corrupción, mediante el ataque a las bases del caciquismo local, provocó una fuerte oposición contra su persona.
Este mismo año, Maura se hace cargo de la jefatura del Partido Conservador, tras la dimisión de Silvela, y, en el mes de diciembre, es el encargado de formar gobierno. Entonces, desde su nueva posición, elabora un proyecto de administración con tendencias regionalistas, con el objetivo de resolver el problema catalán y acabar con la corrupción electoral. Su proyecto y las continuas divergencias con el rey Alfonso XIII le procuraron fuertes oposiciones, por lo que presentó su dimisión a finales de diciembre de 1904, año en el que también fue objeto de un atentado en Barcelona.
En 1907 se le llama de nuevo para formar gobierno. Es el comienzo de su etapa más decisiva en el mundo político. Puso en práctica una amplia reforma legislativa que afectó, especialmente, a la Ley Electoral y a la Ley de Huelga. En política exterior, realizó una gran actividad: la negociación de los acuerdos de Cartagena, en los que España, Francia e Inglaterra reconocen su interés común en el Mediterráneo. También reorganizó la Marina, lo que le creó gran impopularidad entre el sector de la industria naval. Y realizó fuertes campañas contra el terrorismo catalán.
La brutal represión que hace su gobierno de la "Semana Trágica de Barcelona", en 1909, fue el motivo inmediato que le obligó a dimitir. Al año siguiente volvió a ser de nuevo blanco fallido de los terroristas en la Ciudad Condal. En 1913 renunció a su cargo de jefe del Partido Conservador. A partir de este momento, se conviertió en el "gran solitario" y se mantuvo apartado del poder durante largo tiempo.
En 1918, ya como jefe del Partido Maurista, es llamado por el Rey para presidir un Gobierno de Concentración, que fracasó. Posteriormente, tras el "Desastre de Annual", en Marruecos, el 21 de julio de 1921, Maura volvió a acceder al poder, ocupándose del Ministerio de la Guerra: sus intentos por solucionar el desorden en Marruecos serían fuertemente contestados por las Juntas Militares, lo que, unido a los escasos resultados en su gestión, provocaría de nuevo su dimisión. Alejado de la política, murió en su casa de la localidad madrileña de Torrelodones, en 1925. Legó, además de sus interesantes reformas, una gran cantidad de discursos, fruto de su excelente oratoria.

sábado, 7 de enero de 2017

Matemáticas: LaPlace

Pierre-Simon Laplace

(Pierre-Simon, marqués de Laplace; Beaumont-en-Auge, Francia, 1749 - París, 1827) Matemático francés. Hijo de un granjero, inició sus estudios primarios en la escuela local, pero gracias a la intervención de D'Alembert, quien había quedado profundamente impresionado por un escrito del joven sobre los principios de la mecánica, pudo trasladarse a la capital, donde consiguió una plaza en la École Militaire.

Pierre-Simon Laplace
Entre 1771 y 1789 desarrolló la mayor parte de su trabajo sobre astronomía, particularmente su estudio sobre las desigualdades planetarias, seguido por algunos escritos sobre cálculo integral y ecuaciones diferenciales en derivadas parciales. Destaca entre su producción del período 1784-1787 la determinación de la atracción de un esferoide sobre una partícula situada en su exterior, para cuya determinación introduciría el análisis de armónicos o coeficientes de Laplace y el concepto de potencial.
En 1796 publicó su Exposición del sistema del mundo, en el que ofreció una versión divulgativa de las leyes de Newton y una exposición del sistema solar. Sus resultados analíticos sobre la mecánica estelar se publicaron en los cinco volúmenes del Tratado de mecánica celeste (1799-1825). En los dos primeros volúmenes describió métodos para el cálculo del movimiento de los planetas y sus satélites, y determinó sus trayectorias. El tercero contiene la aplicación de estos métodos y muchas tablas astronómicas.
En 1814, Laplace publicó un ensayo sobre probabilidades orientado al lector profano, que le serviría de base para la segunda introducción de su Teoría analítica de las probabilidades (tratado publicado en 1812), donde incluyó una exposición del método de los mínimos cuadrados, base de toda la teoría de los errores.

Inglés: Arthur Conan Doyle

Arthur Conan Doyle

(Edimburgo, 1859 - Crowborough, Reino Unido, 1930) Novelista británico. De familia escocesa, estudió en las universidades de Stonyhurst y de Edimburgo, donde concluyó la carrera de medicina. Entre 1882 y 1890 ejerció como médico en Southsea (Inglaterra). Para redondear sus magros ingresos publicó una novela de intriga, Estudio en escarlata, que se convertiría en el primero de los sesenta y ocho relatos en los que aparece uno de los detectives literarios más famosos de todos los tiempos, Sherlock Holmes.
 
En un momento de auténtica inspiración, basándose en el modelo de Quijote y Sancho que tantos novelistas han utilizado, el autor creó al doctor Watson, un médico leal pero intelectualmente torpe que acompaña a Sherlock y escribe sus aventuras. En julio de 1891 empezó a publicar en la revista Strand Magazine las andanzas de su personaje, basado parcialmente en uno de sus profesores de la universidad, que abogaba por seguir estrictos razonamientos deductivos en todos los órdenes de la vida.
En 1893, harto de Sherlock, decidió darle muerte en la ficción junto a su enemigo mortal, el maligno profesor Moriarty; pero a causa de la presión de sus lectores, debió resucitar al detective en 1902, con El sabueso de los Baskerville. Doyle adornó a su personaje con ciertos rasgos muy reveladores de los estereotipos de la clase alta victoriana: afición a la cocaína, destreza en la música (sobre todo con el violín), bruscos accesos de euforia y de melancolía, misoginia y, por supuesto, patriotismo al servicio indiscutible del imperio inglés.
De este fervor da cuenta su apasionada escritura de panfletos y artículos a favor de su país en la guerra de los boers, como La guerra en Sudáfrica (1900), y también los seis volúmenes titulados The British Campaign in Flanders (1916-1919). Además de las novelas de intriga, Doyle practicó aceptablemente el género histórico en Michael Clarke (1888), La compañía blanca (1890) o Rodney Stone (1896), así como el drama en Historia de Waterloo (1894). Son curiosas sus incursiones en la ciencia-ficción: The Lost Word (1912) y The Poison Belt (1913).
El autor sufrió una crisis tras la muerte de su hijo mayor en las trincheras de la Gran Guerra y se dedicó, con la energía que lo caracterizaba, a difundir el espiritualismo, sobre todo en The Wanderings of a Spiritualist (1921) y The History of Spiritualism (1926). Cuatro años antes de morir publicó su autobiografía, Memorias y aventuras.
Las novelas de Sherlock Holmes han suscitado un culto de gran arraigo tanto de los lugares e indumentarias del personaje como de su ficticio domicilio en Londres. Existe una vasta cantidad de publicaciones pseudoeruditas que se ocupan del excéntrico personaje.

Historia del Arte: Cúpula di Fiore

La cúpula de Brunelleschi

Iniciada en 1296, la catedral de Florencia es gótica en su mayor parte, con arcos ojivales y angulosos espacios verticales. Cuando Brunelleschi empezó a trabajar en la cúpula 124 años más tarde, el estilo gótico estaba ya obsoleto.
 La cúpula de Brunelleschi  

¿Cómo pudo un orfebre, célebre por su mal carácter y sin formación académica como arquitecto, construir una de las joyas más bellas del Renacimiento italiano?

En 1418 las autoridades de Florencia abordaron por fin un problema monumental que durante décadas habían ignorado: el enorme hueco abierto en la cubierta de la catedral. Año tras año, las lluvias del invierno y el sol del verano caían sobre el altar mayor de Santa Maria del Fiore, o mejor dicho, sobre el espacio vacío que este debería haber ocupado. La construcción del templo, iniciada en 1296, era una afirmación del papel destacado de Florencia entre las grandes capitales culturales y económicas de Europa, enriquecida gracias a las altas finanzas y al comercio de la lana y la seda. Años más tarde se decidió que el glorioso remate del edificio debía ser la cúpula más grande del mundo, lo cual daría la certeza de que la catedral sería «la más útil y hermosa, la más poderosa y honorable» entre todas las construidas hasta entonces.
Pero transcurrieron muchos decenios y nadie parecía capaz de concebir un proyecto viable de una cúpula de casi 50 metros de ancho, sobre todo porque había que empezar a edificarla a 55 metros de altura, sobre los muros ya existentes. Otros problemas atormentaban al consejo catedralicio: los proyectos de construcción previstos eludían los arbotantes y los arcos ojivales propios del estilo gótico tradicional, por entonces el preferido de las ciudades rivales del norte, como Milán, la eterna enemiga de Florencia. Sin embargo, esos elementos eran las únicas soluciones arquitectónicas conocidas capaces de sostener una estructura tan colosal. ¿Podría una cúpula de decenas de miles de toneladas sostenerse sin ninguno de esos elementos? ¿Ha­­bría suficiente madera en toda la Toscana para los andamios y cimbras necesarios para construir la cúpula? ¿Se podría levantar la estructura sobre la planta octogonal impuesta por los muros existentes sin que se desmoronara por el centro? Nadie lo sabía.
Así pues, en 1418 las autoridades florentinas convocaron un concurso para dar con el diseño ideal de la cúpula, ofreciendo un tentador pre­mio de 200 florines de oro para el ganador, y la posibilidad de pasar a la posteridad. Los mejores arquitectos del momento acudieron a la ciu­dad del Arno para presentar sus ideas. Desde el principio el proyecto estuvo impregnado de tantas dudas y temores, de tanto secretismo y orgullo cívico, que un halo de leyenda pronto envolvió la historia de la cúpula, convirtiéndola en una parábola del ingenio florentino y en un mito fundacional del Renacimiento italiano.
En las primeras crónicas escritas, los perdedores salieron particularmente mal parados. Se dijo que uno de los arquitectos aspirantes había propuesto sostener la cúpula con una enorme columna levantada en el centro de la catedral. Otro sugirió construirla con «piedra esponja» (tal vez spugna, un tipo de roca volcánica muy porosa) para reducir su peso. Y aún hubo quien propuso utilizar como andamiaje una montaña de tierra mezclada con monedas, para que los menesterosos la retiraran gratuitamente una vez finalizada la construcción.La cúpula de Brunelleschi
Lo que sí sabemos con certeza es que otro candidato, un orfebre poco agraciado, bajito y de mal carácter llamado Filippo Brunelleschi, prometió construir no una cúpula sino dos, una paralela a la otra y conectadas entre sí, sin levantar complicados y costosos andamios. Pero se negó a revelar los detalles de su proyecto, por temor a que algún competidor le robara la idea. Su obstinación desembocó en una serie de discusiones a gritos con las autoridades municipales encargadas de supervisar la obra, quienes en dos ocasiones ordenaron a las fuerzas del orden que lo expulsaran de la asamblea, acusándolo de ser «un bufón y un bocazas».
Aun así, el misterioso diseño de Brunelleschi llamó su atención, quizá porque ya intuían que aquel bufón y bocazas era un genio. De joven, durante su aprendizaje del oficio de orfebre, se instruyó en las artes del dibujo y la pintura, la talla de madera, la escultura con oro y plata, la talla de piedras preciosas, el nielado y el esmalte. Posteriormente estudió óptica y realizó interminables experimentos con ruedas, engranajes, pesos y piezas en movimiento, y fabricó una serie de ingeniosos relojes, entre ellos uno de los primeros despertadores de la historia. Aplicando sus conocimientos teóricos y mecánicos a la ob­­servación del mundo natural, definió los princi­pios de la perspectiva lineal. Cuando se presentó al concurso, acababa de regresar de Roma, donde había pasado años haciendo mediciones y di­­bujando los monumentos antiguos y anotando, en escritura cifrada, sus secretos arquitectónicos. En realidad, la vida de Brunelleschi parece haber sido un largo aprendizaje encaminado a construir una cúpula de belleza sin igual, tan útil, poderosa y honorable como quería Florencia.
Al año siguiente los responsables de la catedral se reunieron varias veces con Brunelleschi y le sonsacaron más detalles de su proyecto. Em­­pezaron a vislumbrar entonces lo brillante –y arriesgada– que era su idea. Su cúpula consistiría en dos casquetes concéntricos: uno interior, visible desde dentro de la catedral, alojado dentro de la cúpula exterior, más ancha y más alta. Para contrarrestar el «empuje lateral» (la presión hacia fuera creada por el peso de una gran estructura, que pudiera agrietarla o causar su desmoronamiento), reforzaría los muros anillándolos con zunchos de piedra, hierro y madera, como los flejes de un tonel. Los primeros 17 metros los construiría con piedra y después seguiría con materiales más ligeros, tal vez spugna o ladrillo. También aseguró a las autoridades que podía trabajar sin necesidad de montar un andamiaje convencional apoyado en el suelo, una noticia que fue recibida con asombro y gran alegría por parte de los responsables de la construcción, por el enorme ahorro en madera y mano de obra que eso supondría, al menos durante los primeros 21 metros, después de lo cual todo dependería de la marcha de los trabajos, «porque en construcción, solo la experiencia práctica puede señalar el curso que se debe seguir».
En 1420, las autoridades responsables de la supervisión de la catedral acordaron nombrar a Filippo Brunelleschi provveditore, o director, del proyecto de la cúpula. Sin embargo, tratándose de mercaderes y banqueros que confiaban en la competencia como un mecanismo para asegurar la calidad, nombraron como director adjunto a Lorenzo Ghiberti, orfebre colega de Brunelleschi y también florentino. Los dos hombres eran rivales desde 1401, cuando ambos habían competido por otro ilustre encargo: la realización de las puertas de bronce del Baptisterio de Florencia. En aquella ocasión había ganado Ghiberti. (Mucho después, un admirado Miguel Ángel diría de ellas que eran «las puertas del Paraíso», sobrenombre con el que se conocen popularmente.) Ya por entonces era el artista más famoso y con mejores contactos políticos de Florencia. Así pues, Brunelleschi, cuyo proyecto para la cúpula había sido aceptado sin reparos, se vio obligado a trabajar codo con codo con su incómodo y famoso rival. Aquel arreglo dio pie a interminables in­­trigas, conspiraciones y artimañas.La cúpula de Brunelleschi
Así fueron los tempestuosos inicios de la construcción del Cupolone, como lo llamaban los florentinos, una obra monumental cuyo desarrollo a lo largo de los 16 años siguientes fue un reflejo en miniatura del pulso de la ciudad. Los progresos de la construcción se convirtieron en un punto de referencia para la vida ciudadana. Cuando había que poner plazo a un hecho o al cumplimiento de una promesa, se decía que estaría listo «antes de que la cúpula esté terminada». Su colosal y redondeado perfil, tan diferente de la verticalidad del gótico, simbolizaba las aspiraciones de libertad de la república de Florencia frente a la tiranía de Milán, y más aún, la incipiente liberación del Renacimiento de las sofocantes restricciones de la Edad Media.

El primer problema que hubo que resolver era estrictamente técnico. Ningún mecanismo eleva­dor conocido era capaz de levantar y maniobrar unos materiales tan pesados, incluidas las vigas de piedra arenisca, a tanta altura del suelo. En este punto, el hábil relojero que era Brunelleschi se superó a sí mismo. Inventó un cabrestante de tres velocidades con un intrincado sistema de engranajes, poleas, tornillos y árboles, accionado por una yunta de bueyes que hacía girar un eje de madera. Funcionaba con una cuerda especial de 180 metros de largo y pesaba casi 500 kilos. La máquina, fabricada especialmente en los astilleros de Pisa, estaba provista de un revoluciona­rio sistema de embrague que podía invertir la dirección sin necesidad de que los bueyes cambiaran el sentido de su movimiento. Posteriormente Brunelleschi diseñaría otras máquinas elevadoras igualmente novedosas, entre ellas el castello, una grúa de unos 20 metros de altura con una serie de contrapesos y tornillos manuales que servía para desplazar cargas lateralmente una vez habían alcanzado la altura adecuada. Las máquinas de Brunelleschi eran artilugios tan avanzados para su tiempo que no tuvieron rival hasta bien entrada la Revolución Industrial y fascinaron a generaciones de artistas e invento­res, entre ellos a un tal Leonardo, de la cercana localidad toscana de Vinci, en cuyo cuaderno de apuntes anotó sus mecanismos.
Con todos los instrumentos necesarios para acometer su proyecto preparados, Brunelleschi se centró en la cúpula pro­­piamente dicha, a la que dio forma con una serie de extraordinarias innovaciones técnicas. Su diseño de doble cúpula produjo una estructura mucho más alta y ligera de lo que habría sido una bóveda sólida de ese tamaño. Entretejió en la textura de la cúpula hiladas regulares de ladrillo a espiga, según una técnica poco conocida, para conferir a toda la estructura mayor solidez.
A medida que la construcción avanzaba, Brunelleschi pasaba más y más tiempo a pie de obra. Supervisaba la fabricación de ladrillos de diferentes medidas y el suministro de la piedra y del mármol escogidos en las canteras. Dirigía un ejército de albañiles, canteros, carpinteros, he­­rreros, plomeros, toneleros, aguadores y otros artesanos. Cuenta un biógrafo que cuando a un subalterno le costaba entender algún detalle complicado de la construcción, él se lo explicaba creando un modelo de cera o de arcilla, o tallaba ese elemento en un nabo, para ilustrar lo que quería. Se preocupaba mucho por sus trabajadores, tanto por su seguridad como para lograr que las obras avanzaran lo más rápido posible. Ordenó que les dieran el vino aguado para que mantuvieran la cabeza despejada cuando estuvieran en las alturas (la orden fue revocada ante las quejas de los trabajadores descontentos) y añadió parapetos a las plataformas suspendidas para prevenir caídas y evitar que los operarios miraran hacia abajo desde las vertiginosas alturas de la cúpula y se marearan. Se cuenta también que era un capataz extremadamente riguroso. Cuando los albañiles fueron a la huelga para exigir aumento de sueldo, parece ser que contrató esquiroles de Lombardía, y solo permitió regresar a los antiguos trabajadores cuando aceptaron volver a las obras con el salario reducido.
También tuvo que vérselas con adversarios poderosos y bien relacionados, encabezados por el intrigante Lorenzo Ghiberti, quien recibía el mismo salario anual que él, de 36 florines, aunque Brunelleschi era el artífice del proyecto y el director ejecutivo de las obras.
Sus biógrafos cuentan cómo finalmente consiguió ganarle la partida a Ghiberti. En el verano de 1423, poco antes de colocar un zuncho de madera para reforzar la estructura, se retiró de la obra quejándose de fuertes dolores en el costado. Cuando los carpinteros y albañiles preguntaron cómo y dónde debían colocar las enormes vigas de madera de castaño que componían ese anillo, delegó la responsabilidad en su rival. Cuando Ghiberti hubo dirigido la instalación de unas pocas vigas, Brunelleschi reapareció, milagrosamente recuperado, y declaró que el trabajo de su adversario había sido inútil y que era preciso desmontarlo todo y volver a empezar. Se puso al frente de las obras de reparación, quejándose a las autoridades de que su colega ganaba un salario que no merecía. Aunque la narración de este episodio destila cierta parcialidad en favor del genial arquitecto, lo cierto es que al final de ese año los archivos acreditan el nombre de Brunelleschi como el del único «inventor y director de la cúpula».
Más adelante logró que le subieran el salario a 100 florines al año, mientras que el de Ghiberti continuó siendo de 36 florines. Pero este no se dio por vencido. En 1426 su ayudante, el arquitecto Giovanni da Prato, envió a las autoridades de la ciudad un extenso pergamino, que se conserva en los Archivos Nacionales de Florencia, con una detallada crítica de la obra de Brunelleschi, ilustrada con dibujos. En su alegato, Da Prato afirmaba que «por ignorancia y vanidad», Brunelleschi se había apartado del proyecto original de la cúpula, y que a raíz de su descuido la obra se había «echado a perder y amenazaba ruina». Da Prato compuso además un violento ataque personal contra Brunelleschi en forma de soneto en el que lo llamaba «fuente profunda y oscura de ignorancia» y «animal miserable e insensible», cuyos planes estaban condenados al fracaso. Incluso aseguró, un tanto precipitadamente, que estaba dispuesto a quitarse la vida si alguna vez triunfaban. Brunelleschi replicó con otro soneto igualmente despectivo en el que instaba a Da Prato a destruir sus poemas para no convertirse en el hazmerreír de todos cuando empezaran a celebrar la construcción de lo que él consideraba imposible.
Al final, Brunelleschi y sus trabajadores celebraron su victoria, aunque después de varios años más de dudas y enfrentamientos. En 1429, en el extremo oriental de la nave de la catedral, junto a la cúpula, aparecieron unas grietas que obligaron a Brunelleschi a reforzar los muros con vigas de hierro. En 1434, quizás a causa de las intrigas de Ghiberti, Brunelleschi fue encarcela­do por una falta menor relacionada con el impago de las cuotas del sindicato. Pero pronto fue liberado y la cúpula siguió su imparable as­censo hacia el cielo a un ritmo de unos 30 centímetros al mes. El 25 de marzo de 1436, para la fiesta de la Anunciación, el papa Eugenio IV y una asamblea de cardenales y obispos consagraron la iglesia, ya terminada, al son de las campanas y los gritos de júbilo de los orgullosos florentinos. Diez años después otro ilustre grupo de prelados depositó la piedra angular de la linterna, la es­­tructura decorativa de mármol que Brunelleschi diseñó para coronar su obra maestra.
Al poco tiempo, el 5 de abril de 1446, Filippo Brunelleschi fallecía de repente. Para su funeral lo vistieron de blanco y lo colocaron en un ataúd rodeado de cirios, con los ojos vueltos hacia la cúpula que había construido ladrillo a ladrillo, entre el humo de las velas y cánticos fúnebres. Fue sepultado en la cripta de la catedral, donde una placa conmemorativa rinde homenaje a su «divino intelecto». Un gran honor, ya que antes de Brunelleschi muy pocos, entre ellos un santo, habían sido enterrados en la cripta, y los arquitectos solían considerarse en aquella época humildes artesanos. Con su genio, su capacidad de mando y su arrojo, Brunelleschi elevó a los artistas a la categoría de creadores sublimes, merecedores de eternas alabanzas en compañía de los santos, una imagen que perduraría todo el Renacimiento.
De hecho, preparó el camino para las transformaciones sociales y culturales del propio Renacimiento, con su compleja síntesis de inspiración y análisis, y su audaz reinterpretación del pasado clásico a la luz de las necesidades y las aspiraciones del presente. Una vez terminada, Santa Maria del Fiore fue embellecida por artistas como Donatello, Paolo Uccello y Luca della Robbia, lo que la convirtió en un auténtico banco de pruebas de la expresión artística renacentista, además de haber sido su cuna.
La cúpula de Brunelleschi se yergue todavía hoy sobre el mar de tejas rojas que cubren los tejados de Florencia, vestida también con el color rojo del barro cocido, con las armoniosas proporciones de una diosa griega. Es colosal, pero a la vez ligera y tenue, como si los nervios de mármol blanco que ascienden hasta el ápice fuesen las cuerdas que mantienen sujeto a la tierra un enorme dirigible. De alguna manera Brunelleschi supo expresar con la piedra el espíritu de libertad, y caracterizó para siempre el horizonte de Florencia con una representación del espíritu humano que ansía elevarse a las alturas.
Enlace:http://www.nationalgeographic.com.es/historia/grandes-reportajes/la-cupula-de-brunelleschi_7970

Historia de España: Basilio Álvarez

Basilio Álvarez

Basilio Álvarez Rodríguez (Orense, 1877-Tampa, 1943) fue un sacerdote, periodista y político español, vinculado al movimiento agrario gallego. Fue diputado por Orense durante la Segunda República Española, como miembro del Partido Republicano Radical. 
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Nacido en Orense en 1877,1 2 se ordenó sacerdote en 1902.3 Su nombre completo era «Basilio Álvarez Rodríguez».4 Hacia 1907 se instaló en la capital, Madrid,1 5 6 aunque ya hacia 1912 retornaría a Galicia, a Beiro.7 8 9 Su trayectoria como religioso se vio caracterizada por una interpretación heterodoxa de las normas de la Iglesia, en la que se encontraba la opción de no seguir el celibato,10 11 de hecho llegó a tener dos hijos.12 Estas circunstancias, entre otras, fueron el motivo de que entre 1914 y 1928 fuera suspendido por la Iglesia.10 Ha sido descrito como una personalidad «pintoresca».13
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En su labor periodística colaboró en publicaciones como La Nueva Época,14 El Eco,1 Galicia,1 6 El Heraldo Gallego,15 Acción Gallega,16 El Parlamentario o La Zarpa.17 Fue además director del periódico católico El Debate10 1 18 y autor de obras como El cural rural (1904),1 5 6 Por los agros celtas (1907),7 El libro del periodista (1912),8 19 Abriendo el surco (1913),20 7 entre otras. Sus obras y sus mítines eran en castellano.21 22

Fue miembro del grupo de fundadores del movimiento Acción Gallega, vinculado al agrarismo gallego.5 8 23 Se caracterizó por sus críticas al caciquismo y a un tipo de contrato agrario de origen medieval que predominaba en Galicia conocido como «foro».24 A partir de 1913 su discurso empezó a acercar al del movimiento obrero25 y hacia 1915 Basilio Álvarez proponía la colaboración con socialistas y republicanos.26 Contrario al centralismo, propugnó una estructura federal en España.27 Se han establecido paralelismos entre el estilo retórico y el lenguaje de Basilio Álvarez —que ha llegado a ser descrito como «incendiario»,11 «culto»,28 apasionado27 o «barroco»—8 28 con los de Alejandro Lerroux.29 Basilio Álvarez fue un «orador carismático».28 30

A comienzos de la década de 1930 ingresó en el Partido Republicano Radical,31 32 con el que consiguió el acta de diputado en 1931, por la circunscripción de Orense.6 33 34 También fue elegido diputado por Orense en las elecciones de 1933.34 Abandonó a los radicales sin embargo en 1935,35 para pasar a militar en 1936 en el efímero Partido del Centro Democrático de Manuel Portela Valladares.35 Tras el estallido de la Guerra Civil Española, partió al exilio. Falleció en 1943 en Estados Unidos, en Tampa.

Últimas tecnologías

LG sorprende con una televisión tan delgada como un billete

El fabricante surcoreano presenta en el CES una pantalla de apenas 2,57 milímetros de grosor.
LG sorprendió en el CES, la mayor feria de electrónica de consumo del mundo que tiene lugar estos días en Las Vegas, con una propuesta de televisión revolucionaria. Si se encara de frente, este televisor OLED destaca por su enorme tamaño, 77 pulgadas, y calidad 4K. Aunque, lo que dejó a todos los asistentes boquiabiertos fue su extraordinaria delgadez. Apenas 2,57 mm de grosor, poco más que un billete o una lámina de papel.
En lugar de tornillos, la pantalla, a la que han denominado Signature OLED W, se ancla gracias a un sistema magnético que elimina el espacio entre la TV y la pared. La W de su nombre se debe, como explicó David VanderWaal, vicepresidente de Márketing, Electrodomésticos del Hogar y Electrónica de Consumo de LG, durante su presentación a su similitud con el papel pintado (que en inglés se denomina wallpaper).


La elegancia del diseño y la ausencia de cables la asemejan más a un elemento de decoración que a una televisión de gama alta. Conjugar diseño y funcionalidad es, como explicó durante una reciente entrevista a EXPANSIÓN Jaime de Jaraíz, presidente de LG Iberia, una de las obsesiones del fabricante surcoreano.
Por ello, la Signature OLED W se conecta mediante un cable apenas perceptible con una barra de puertos HDMI y unos altavoces certificados como Dolby Atmos que garantizan un sonido envolvente pese a encontrarse en la parte inferior del televisor. Además, contará con la nueva versión del sistema operativo WebOs, que permite conectarse a través de la TV a los servicios de vídeo en streaming de Netflix y Amazon Video.Aquellos que estén pensando en llenar la pared de su salón con esta delgada televisión tendrán que esperar. La compañía no reveló su precio ni su fecha de venta al público.
Enlace:http://www.expansion.com/tecnologia/2017/01/05/586e3530ca4741225f8b4602.html

Galego: Suso de Toro

Suso de Toro

Xesús Miguel de Toro Santos (Santiago de Compostela, 1956) es un literato español. Licenciado en Arte Moderno y Contemporáneo, es también guionista de televisión y colaborador habitual en prensa y radio. Ha publicado más de veinte libros en gallego de narrativa, teatro y ensayo.
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Entre sus novelas destaca Trece badaladas (en castellano Trece campanadas), por la que recibió el Premio Nacional de Narrativa en 2003 y que fue llevada al cine en 2002.2 Su obra está traducida a varias lenguas y ha sido objeto de estudio en diversas universidades europeas. Su hermano, Xelís de Toro, también es escritor.

En abril de 2010 anunció su retirada como escritor profesional, retomando su carrera de profesor de lengua y literatura gallega en la secundaria. Además, también imparte clases de lengua portuguesa en el Instituto de Educación Secundaria Rosalía de Castro ( Santiago de Compostela3
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De cara a las elecciones al Parlamento Europeo de 2014 figura en el puesto doce de la lista electoral de Los Pueblos Deciden, coalición de Euskal Herria Bildu y Bloque Nacionalista Galego. De cara a las Elecciones al Congreso Español del 20/12/2015, se presentará en Galicia en la coalición nacionalista gallega Nós, Candidatura Galega. 

Historia de la Filosofía: Nicolás Maquiavelo

Nicolás Maquiavelo

(Florencia, 1469-1527) Escritor y estadista florentino. Nacido en el seno de una familia noble empobrecida, Nicolás Maquiavelo vivió en Florencia en tiempos de Lorenzo y Pedro de Médicis. Tras la caída de Savonarola (1498) fue nombrado secretario de la segunda cancillería encargada de los Asuntos Exteriores y de la Guerra de la ciudad, cargo que ocupó hasta 1512 y que le llevó a realizar importantes misiones diplomáticas ante el rey de Francia, el emperador Maximiliano I y César Borgia, entre otros.

Nicolás Maquiavelo
Su actividad diplomática desempeñó un papel decisivo en la formación de su pensamiento político, centrado en el funcionamiento del Estado y en la psicología de sus gobernantes. Su principal objetivo político fue preservar la soberanía de Florencia, siempre amenazada por las grandes potencias europeas, y para conseguirlo creó la milicia nacional en 1505. Intentó sin éxito propiciar el acercamiento de posiciones entre Luis XII de Francia y el papa Julio II, cuyo enfrentamiento terminó con la derrota de los franceses y el regreso de los Médicis a Florencia (1512).
Como consecuencia de este giro político, Maquiavelo cayó en desgracia, fue acusado de traición, encarcelado y levemente torturado (1513). Tras recuperar la libertad se retiró a una casa de su propiedad en las afueras de Florencia, donde emprendió la redacción de sus obras, entre ellas su obra maestra, El príncipe (Il principe), que Maquiavelo terminó en 1513 y dedicó a Lorenzo de Médicis (a pesar de ello, sólo sería publicada después de su muerte).
En 1520, el cardenal Julio de Médicis le confió varias misiones y, cuando se convirtió en Papa, con el nombre de Clemente VII (1523), Maquiavelo pasó a ocupar el cargo de superintendente de fortificaciones (1526). En 1527, las tropas de Carlos I de España tomaron y saquearon Roma, lo que trajo consigo la caída de los Médicis en Florencia y la marginación política de Maquiavelo, quien murió poco después de ser apartado de todos sus cargos.
La obra de Nicolás Maquiavelo se adentra por igual en los terrenos de la política y la literatura. Sus textos políticos e históricos son deudores de su experiencia diplomática al servicio de Florencia, caso de Descripción de las cosas de Alemania (Ritrato delle cose della Alemagna, 1532). En Discursos sobre la primera década de Tito Livio (Discorsi sopra la prima deca di Tito Livio, 1512-1519) esbozó, anticipándose a Vico, la teoría cíclica de la historia: la monarquía tiende a la tiranía, la aristocracia se transforma en oligarquía y la democracia en anarquía, lo que lleva de nuevo a la monarquía.
En El príncipe, obra inspirada en la figura de César Borgia, Maquiavelo describe distintos modelos de Estado según cuál sea su origen (la fuerza, la perversión, el azar) y deduce las políticas más adecuadas para su pervivencia. Desde esa perspectiva se analiza el perfil psicológico que debe tener el príncipe y se dilucida cuáles son las virtudes humanas que deben primar en su tarea de gobierno. Maquiavelo concluye que el príncipe debe aparentar poseer ciertas cualidades, ser capaz de fingir y disimular bien y subordinar todos los valores morales a la razón de Estado, encarnada en su persona.
El pensamiento histórico de Nicolás Maquiavelo quedó plasmado fundamentalmente en dos obras: La vida de Castruccio Castracani de Luca (1520) e Historia de Florencia (Istorie fiorentine, 1520-1525). Entre sus trabajos literarios se cuentan variadas composiciones líricas, como Las decenales (Decennali, 1506-1509) o El asno de oro (L'asino d'oro, 1517), pero sobre todas ellas destaca su comedia La mandrágora (Mandragola, 1520), sátira mordaz de las costumbres florentinas de la época. Clizia (1525) es una comedia en cinco actos, de forma aparentemente clásica, que se sitúa en la realidad contemporánea que Maquiavelo tanto deseaba criticar.

jueves, 5 de enero de 2017

Últimas Tecnologías

Un videojuego vasco gana un premio Playstation

“Dynasty Feud”, de los estudios vizcaínos Kaia, se hizo con el premio a mejor uso de plataformas PS en la tercera edición de los premios Playstation, de ámbito estatal. 

El videojuego "Dynasty Feud", desarrollado por la empresa vasca Kaia Studios, con sede en el campus de la "universidad del videojuego" en Zierbena, ha conseguido el galardón a Mejor uso de plataformas PS en la tercera edición de los premios PlayStation.
La empresa vasca, nacida en 2015, tiene en "Dynasty Feud" -un juego de lucha en el que pueden participar hasta cuatro personas a la vez- su primer videojuego para PC, y lo sacará al mercado en las próximas fechas.
"Dynasty Feud" también estaba nominado al premio al Mejor videojuego del año en el certamen, que trata de impulsar el talento de la industria local y dar visibilidad a los pequeños estudios, pero finalmente ese galardón fue concedido al juego "Intruders", de Tessera Studios.
La gala de entrega de premios se celebró ayer en Madrid, y Eneko Egiluz, de Kaia Studios, recibió el premio en nombre de sus compañeros Jon Sánchez, Aitor Tejedor, Aitor gómez y Juan Sampedro.
Además de los premios PlayStation, "Dynasty Feud" también fue reconocido en el certamen independiente AzPlay con el premio al Mejor videojuego vasco de 2016.
Enlace:http://www.eitb.eus/es/noticias/tecnologia/detalle/4554367/un-videojuego-vasco-gana-premio-playstation/

 

Inglés: Oscar Wilde

Oscar Wilde

(Dublín, 1854 - París, 1900) Escritor británico. Hijo del cirujano William Wills-Wilde y de la escritora Joana Elgee, Oscar Wilde tuvo una infancia tranquila y sin sobresaltos. Estudió en la Portora Royal School de Euniskillen, en el Trinity College de Dublín y, posteriormente, en el Magdalen College de Oxford, centro en el que permaneció entre 1874 y 1878 y en el cual recibió el Premio Newdigate de poesía, que gozaba de gran prestigio en la época.
Oscar Wilde combinó sus estudios universitarios con viajes (en 1877 visitó Italia y Grecia), al tiempo que publicaba en varios periódicos y revistas sus primeros poemas, que fueron reunidos en 1881 en Poemas. Al año siguiente emprendió un viaje a Estados Unidos, donde ofreció una serie de conferencias sobre su teoría acerca de la filosofía estética, que defendía la idea del «arte por el arte» y en la cual sentaba las bases de lo que posteriormente dio en llamarse dandismo.

Oscar Wilde
A su vuelta, Oscar Wilde hizo lo propio en universidades y centros culturales británicos, donde fue excepcionalmente bien recibido. También lo fue en Francia, país que visitó en 1883 y en el cual entabló amistad con Verlaine y otros escritores de la época.
En 1884 contrajo matrimonio con Constance Lloyd, que le dio dos hijos, quienes rechazaron el apellido paterno tras los acontecimientos de 1895. Entre 1887 y 1889 editó una revista femenina, Woman's World, y en 1888 publicó un libro de cuentos, El príncipe feliz, cuya buena acogida motivó la publicación, en 1891, de varias de sus obras, entre ellas El crimen de lord Arthur Saville.
El éxito de Wilde se basaba en el ingenio punzante y epigramático que derrochaba en sus obras, dedicadas casi siempre a fustigar las hipocresías de sus contemporáneos. Así mismo, se reeditó en libro una novela publicada anteriormente en forma de fascículos, El retrato de Dorian Gray, la única novela de Wilde, cuya autoría le reportó feroces críticas desde sectores puritanos y conservadores debido a su tergiversación del tema de Fausto. 
No disminuyó, sin embargo, su popularidad como dramaturgo, que se acrecentó con obras como Salomé (1891), escrita en francés, o La importancia de llamarse Ernesto (1895), obras de diálogos vivos y cargados de ironía. Su éxito, sin embargo, se vio truncado en 1895 cuando el marqués de Queenberry inició una campaña de difamación en periódicos y revistas acusándolo de homosexual. Wilde, por su parte, intentó defenderse con un proceso difamatorio contra Queenberry, aunque sin éxito, pues las pruebas presentadas por este último daban evidencia de hechos que podían ser juzgados a la luz de la Criminal Amendement Act.
El 27 de mayo de 1895 Oscar Wilde fue condenado a dos años de prisión y trabajos forzados. Las numerosas presiones y peticiones de clemencia efectuadas desde sectores progresistas y desde varios de los más importantes círculos literarios europeos no fueron escuchadas y el escritor se vio obligado a cumplir por entero la pena. Enviado a Wandsworth y Reading, donde redactó la posteriormente aclamada Balada de la cárcel de Reading, la sentencia supuso la pérdida de todo aquello que había conseguido durante sus años de gloria.
Recobrada la libertad, cambió de nombre y apellido (adoptó los de Sebastian Melmoth) y emigró a París, donde permaneció hasta su muerte. Sus últimos años de vida se caracterizaron por la fragilidad económica, sus quebrantos de salud, los problemas derivados de su afición a la bebida y un acercamiento de última hora al catolicismo. Sólo póstumamente sus obras volvieron a representarse y a editarse. En 1906, Richard Strauss puso música a su drama Salomé, y con el paso de los años se tradujo a varias lenguas la práctica totalidad de su producción literaria.

Nuevas Tecnologías: Inteligencia artficial




Ventajas y riesgos de la Inteligencia Artificial

Expertos vaticinan que el desarrollo de la IA, el mayor reto tecnológico de la historia, dará a luz una nueva generación de robots autónomos capaces de atender nuestras necesidades. Pero ¿constituirán una amenaza?
Si hacemos caso a Elon Musk, el visionario magnate que fundó PayPal, la compañía de vehículos eléctricos y baterías Tesla o la corporación espacial privada SpaceX, la humanidad se enfrenta a una nueva y formidable amenaza: la inteligencia artificial (IA). “Es como esas historias en las que alguien convoca al demonio. Siempre hay un tipo con un pentáculo y agua bendita convencido de que así podrá controlarle, y claro, no funciona”, señala.

Su preocupación tiene mucho que ver con el dinero. Los pesos pesados del sector tecnológico están apostando fuerte en este sentido. Google, por ejemplo, adquirió el año pasado DeepMind, una empresa especializada en el desarrollo de redes neurales en la que ya había invertido Musk. El gigante de las búsquedas trabaja en un sistema informático capaz de distinguir en un vídeo una cara humana de la de un perro, gente patinando o durmiendo, un gato... Y todo por sí solo y sin que nadie haya puesto etiquetas en el archivo previamente.

La idea es que vaya aprendiendo, por así decirlo, tras alimentarse con millones de grabaciones. IBM, por su parte, afina su superordenador Watson, que en 2011 derrotó a los campeones humanos del concurso estadounidense de preguntas y respuestas Jeopardy! Su intención es mejorar las funciones cognitivas del ingenio y comprobar sus capacidades para realizar diagnósticos médicos, análisis de la personalidad y traducciones en tiempo real. Los ingenieros de Facebook no se quedan atrás y han ideado un algoritmo que permite reconocer un rostro con éxito el 97 % de las veces, aunque haya sido mal captado.

Musk asegura que las cosas van demasiado rápido, y que por eso la IA es una tecnología que puede resultar tan peligrosa como los maletines nucleares. En el coro de los agoreros del apocalipsis artificial destaca la voz del filósofo británico Nick Bostrom, de la Universidad de Oxford, que compara nuestro destino con el de los caballos, cuando fueron sustituidos por los automóviles y los tractores. En 1915, había en EE. UU. unos veintiséis millones de estos equinos. En la década de los cincuenta, quedaban solo dos millones. Los caballos fueron sacrificados para venderse como comida para perros. Para Bostrom, la IA supone un riesgo existencial para la humanidad comparable con el impacto de un gran asteroide o el holocausto nuclear. Todo ello, por supuesto, siempre que podamos construir ordenadores pensantes. Pero ¿qué significa exactamente esto?

En realidad, el concepto de inteligencia artificial no es tan reciente como parece. Desde los tiempos de Alan Turing –al que se considera el padre de la misma– y la construcción de su dispositivo Bombe, que permitió descifrar los códigos de la máquina Enigma alemana, han pasado más de setenta años. En un momento dado del film The Imitation Game (Morten Tyldum, 2014), en el que Benedict Cumberbatch interpreta al célebre matemático, un detective le pregunta: “¿Podrán las máquinas algún día pensar como los humanos?”. A lo que él responde: “La mayoría de la gente piensa que no.

El problema es que está haciendo una pregunta estúpida. Desde luego que las máquinas no pueden pensar como las personas. Son diferentes, y piensan diferente. La cuestión es: por el hecho de que algo sea diferente, ¿significa que no puede pensar?”. El detective le interpela entonces por el título de su artículo, The Imitation Game. “Es un juego, un test para determinar si alguien es un ser humano o una máquina”, indica Turing. “Hay un tema general. Un juez pregunta, y a partir de las respuestas, decide si habla con una persona o una máquina”. La escena quizá sea inventada, pero su contenido es real. El test existe.

La IA causa furor gracias a la literatura y al cine. Pero ¿cuál es el grado real de progreso? Hace más de quince años, estuve en el Instituto de Robótica de Pittsburgh, en EE. UU., uno de los templos de esta disciplina. Por entonces, formaba parte de un equipo de TVE que recogía los últimos avances tecnocientíficos en una serie de divulgación llamada 2.Mil. Tengo que reconocerlo: me llevé un chasco morrocotudo por culpa de la imagen de la robótica que nos ha inculcado la ciencia ficción.

Los aparatos que tenían allí eran poco más que cacharros en manos de ingenieros en vaqueros, y parecían salidos de un garaje de frikis. Se averiaban a la menor ocasión. Me hablaron de Florence, una enfermera robot que iba a revolucionar la geriatría. En realidad, se trataba de una especie de tonel con cabeza a la que habían pegado ojos y labios de silicona para dibujar sonrisas.

Florence tenía una cámara de televisión incorporada y un monitor. Las pilas se le agotaban rápido. Y, desde luego, no entendía lo que le decíamos. Todo aquello que pronunciaba tenía que programarse con antelación, así que un ingeniero trabajó a destajo para que saliera al pasillo y nos diera un mensaje de bienvenida.

Había leído muchas cosas sobre lo que hacían en Pittsburgh, especialmente de Xavier, un robot que sabía por dónde iba, toda una revolución. Pero no era otra cosa que otro tonel con ruedas que se desplazaba por los pasillos del instituto gracias a un mapa que tenía en su memoria. Ante unas escaleras, se paraba para no matarse. Por lo visto, irrumpía en las dependencias para contar chistes verdes. Aquella mañana vi a Xavier mientras era llevado a rastras, una imagen que jamás olvidaré. ¡Estaba en las catacumbas de la robótica! Acudí a la oficina de Hans Moravec, uno de los visionarios más famosos, pero todo lo que decía resultaba difícil de creer.

Moravec estaba convencido de que en cincuenta años los androides desplazarían a los humanos. Durante más de una hora estuvo hablando sin parar sobre la evolución de estos dispositivos y su creciente inteligencia, gracias al avance de los microprocesadores y su capacidad de manejar cada vez más información. Fue una charla cautivadora. La evolución de las máquinas iba a ser imparable. “Ha llegado la hora de que nos marchemos”, concluía este científico nacido en Austria.

Moravec dejó el instituto para fundar una compañía de robots industriales con visión 3D. Antes, me había enseñado en su ordenador una imagen percibida por uno donde se veían sillas y mesas que tenían un aspecto pixelado. ¿Y cómo podría saber la máquina qué era qué? En aquel verano de 1999, Moravec contaba que estaba fascinado por un nuevo buscador de internet, el más inteligente y mejor diseñado. Fue la primera vez que oí hablar de Google.

Ahora, Google ha comprado una empresa de IA a Musk y ha desarrollado el primer coche autónomo, que ya ha recorrido 1,6 millones de kilómetros sin conductor, y el sistema que diferencia gatos de personas en YouTube. El mundo está literalmente invadido por cantidades inconcebibles de información, que circula por la Red, y la capacidad de computación aumenta sin cesar. Pero ¿de verdad tenemos razones para temer que una máquina llegue algún día a pensar como nosotros?

Ramón López de Mantarás, director del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial del CSIC, es uno de los más reconocidos expertos españoles en robótica e IA. “No”, responde a MUY. Y añade: “No sé qué pasará dentro de cientos de años, pero todo este tema del que se habla, la singularidad, la trascendencia, que habrá máquinas con consciencia y cualidades mejoradas con respecto a la inteligencia humana en cuestión de treinta o cuarenta años no tiene sentido... Nunca he visto un argumento científico que lo apoye”.

El punto de vista de López de Mantarás encaja con lo que sentí hace quince años, en mi frustrante visita a Pittsburgh. El mundo ha cambiado mucho desde entonces, pero lo cierto es que aún no se vislumbran las máquinas que acabarán siendo conscientes de sí mismas para desencadenar la catástrofe, como ocurre en las películas de la saga Terminator.

Discrepa así de gurús como el futurólogo Raymond Kurzweil, que hoy trabaja en la división de Ingeniería de Google. Al igual que Moravec, este está convencido de que durante este siglo los robots serán capaces de pasar el citado test de Turing, incluso antes de 2029. Pues bien, no sería la primera vez que se cumple una de sus predicciones.


A finales de los 80, Kurzweil aseguró que hacia 1998 un ordenador ganaría a un campeón mundial de ajedrez: ocurrió en 1996, cuando Gari Kasparov perdió una partida contra el programa informático de IBM Deep Blue. En esos años, también imaginó que internet, por entonces una red relegada a instituciones académicas, se extendería por el mundo. Ahora afirma que en 2045 las computadoras serán mucho más potentes que todos los cerebros humanos de la Tierra juntos. Cuando habla, los medios caen rendidos ante ese mundo artificial. “Es una persona muy mediática”, concede López de Mantarás. “Pero detrás no hay nada científico”.

Marvin Minsky, cofundador del Laboratorio de Inteligencia Artificial del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), galardonado el año pasado por la Fundación BBVA, sí cree que se desarrollarán máquinas tan inteligentes como los humanos. “No obstante, el tiempo que esto lleve dependerá de si se trabaja en los problemas adecuados y del dinero”, manifiesta Minsky. “Es un enfant terrible”, asegura López de Mantarás, que estuvo en el congreso que el MIT celebró recientemente en su honor.

“Minsky piensa que los grandes avances en este campo se realizaron entre los 60 y los 80, y luego se abandonaron todas las ideas con respecto a la IA en su sentido general”. Así, lo que habría quedado en el panorama actual es la especialización, máquinas que son extraordinarias jugando al ajedrez, pero que no saben nada de las damas o el parchís. “Las IA especializadas son un buen negocio, y estoy a favor de ellas. Faltaría más. Es lo que es realmente la inteligencia artificial hoy en día”, indica López de Mantarás.

La investigación generalista en IA está desapareciendo. En este mundo inundado de datos, esta tecnología es completamente distinta. El coche autónomo de Google o el superordenador Watson de IBM analizan terabytes de información para tomar decisiones correctas. Sin embargo, no saben explicar cómo han llegado a ellas. En otras palabras, cuando el sistema escupe su respuesta, es incapaz de responder a esta pregunta: ¿y eso por qué? “Hemos renunciado al porqué y nos hemos quedado con el qué”, lamenta Pérez de Mantarás.

Por ejemplo, hace unos años, un sistema experto que deducía que el paciente sufría neumonía podía justificar ese diagnóstico a partir del historial del enfermo y los cultivos realizados, pero ahora un software tan complejo como Watson no puede hacerlo. Simplemente elabora una conclusión a partir de la abrumadora cantidad de datos que maneja, pero no ofrece una razón. “Esto crea problemas de aceptación por parte del usuario”, afirma Pérez de Mantarás.

Fijémonos en la película Yo, robot (Alex Proyas, 2004): las calles están plagadas de humanoides que llevan la compra, sirven copas, reparten perritos calientes... Si nos olvidamos por un momento de la fantástica agilidad que demuestran y la inteligencia general que atesoran, ¿qué nos quedaría? Está claro: un ejército de especialistas.

Los drones, una manifestación de esta tendencia

La fuerza aérea estadounidense mantiene más de 8.000 de estos aparatos ahora mismo para combatir el terrorismo, según la Institución Brookings. En sus operaciones, ya han matado a más de 2.400 personas. Los modelos comerciales, por su parte, filman e investigan cualquier cosa. Por ejemplo, equipados con sensores de infrarrojos, algunos pueden detectar qué plantas están enfermas o sufren ataques de parásitos.

Así, es posible idear un plan de fumigación a la carta. Otros ayudan a controlar la caza furtiva y aportan pistas a los biólogos que estudian los vuelos de las aves y sus trayectorias. Los hay de todo tipo. El más grande de todos, el Eitan, de fabricación israelí, posee una envergadura de 26 m, casi como un Boeing 737. Por el contrario, el diminuto Nano Hummingbird, de 16 cm, desarrollado con el apoyo de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa de Estados Unidos (DARPA), podría pasar por un colibrí. Los robots literalmente han despegado hacia su libertad, aunque, eso sí, bajo control humano.

Entre la fauna robótica que permanece en tierra nos encontramos desde el Roomba, un pequeño aspirador semiautónomo con forma de disco ideado por iRobot que se ha convertido en todo un éxito comercial, hasta el PackBot –de la misma firma–, un róver militar provisto de un brazo robótico capaz desde manipular bombas hasta inspeccionar lugares contaminados por radiactividad. El TUG, por su parte, obra de Aethon, parece una especie de mesita con ruedas y sensores. Gracias a estos últimos, se desplaza sin problemas por los pasillos de algunos hospitales estadounidenses para llevar medicinas y otros suministros.
Enlace:http://www.muyinteresante.es/tecnologia/articulo/ventajas-y-riesgos-de-la-inteligencia-artificial-651449483429

Matemáticas: Gauss

Karl Friedrich Gauss

Brunswick, actual Alemania, 1777 - Gotinga, id., 1855) Matemático, físico y astrónomo alemán. Nacido en el seno de una familia humilde, desde muy temprana edad Karl Friedrich Gauss dio muestras de una prodigiosa capacidad para las matemáticas (según la leyenda, a los tres años interrumpió a su padre cuando estaba ocupado en la contabilidad de su negocio para indicarle un error de cálculo), hasta el punto de ser recomendado al duque de Brunswick por sus profesores de la escuela primaria.

Karl Friedrich Gauss
El duque le proporcionó asistencia financiera en sus estudios secundarios y universitarios, que efectuó en la Universidad de Gotinga entre 1795 y 1798. Su tesis doctoral (1799) versó sobre el teorema fundamental del álgebra (que establece que toda ecuación algebraica de coeficientes complejos tiene soluciones igualmente complejas), que Gauss demostró.
En 1801 Gauss publicó una obra destinada a influir de forma decisiva en la conformación de la matemática del resto del siglo, y particularmente en el ámbito de la teoría de números, las Disquisiciones aritméticas, entre cuyos numerosos hallazgos cabe destacar: la primera prueba de la ley de la reciprocidad cuadrática; una solución algebraica al problema de cómo determinar si un polígono regular de n lados puede ser construido de manera geométrica (sin resolver desde los tiempos de Euclides); un tratamiento exhaustivo de la teoría de los números congruentes; y numerosos resultados con números y funciones de variable compleja (que volvería a tratar en 1831, describiendo el modo exacto de desarrollar una teoría completa sobre los mismos a partir de sus representaciones en el plano x, y) que marcaron el punto de partida de la moderna teoría de los números algebraicos.
Su fama como matemático creció considerablemente ese mismo año, cuando fue capaz de predecir con exactitud el comportamiento orbital del asteroide Ceres, avistado por primera vez pocos meses antes, para lo cual empleó el método de los mínimos cuadrados, desarrollado por él mismo en 1794 y aún hoy día la base computacional de modernas herramientas de estimación astronómica.
En 1807 aceptó el puesto de profesor de astronomía en el Observatorio de Gotinga, cargo en el que permaneció toda su vida. Dos años más tarde, su primera esposa, con quien había contraído matrimonio en 1805, falleció al dar a luz a su tercer hijo; más tarde se casó en segundas nupcias y tuvo tres hijos más. En esos años Gauss maduró sus ideas sobre geometría no euclidiana, esto es, la construcción de una geometría lógicamente coherente que prescindiera del postulado de Euclides de las paralelas; aunque no publicó sus conclusiones, se adelantó en más de treinta años a los trabajos posteriores de Lobachewski y Bolyai. 
Alrededor de 1820, ocupado en la correcta determinación matemática de la forma y el tamaño del globo terráqueo, Gauss desarrolló numerosas herramientas para el tratamiento de los datos observacionales, entre las cuales destaca la curva de distribución de errores que lleva su nombre, conocida también con el apelativo de distribución normal y que constituye uno de los pilares de la estadística.
Otros resultados asociados a su interés por la geodesia son la invención del heliotropo, y, en el campo de la matemática pura, sus ideas sobre el estudio de las características de las superficies curvas que, explicitadas en su obra Disquisitiones generales circa superficies curvas (1828), sentaron las bases de la moderna geometría diferencial. También mereció su atención el fenómeno del magnetismo, que culminó con la instalación del primer telégrafo eléctrico (1833). Íntimamente relacionados con sus investigaciones sobre dicha materia fueron los principios de la teoría matemática del potencial, que publicó en 1840.
Otras áreas de la física que Gauss estudió fueron la mecánica, la acústica, la capilaridad y, muy especialmente, la óptica, disciplina sobre la que publicó el tratado Investigaciones dióptricas (1841), en las cuales demostró que un sistema de lentes cualquiera es siempre reducible a una sola lente con las características adecuadas. Fue tal vez la última aportación fundamental de Karl Friedrich Gauss, un científico cuya profundidad de análisis, amplitud de intereses y rigor de tratamiento le merecieron en vida el apelativo de «príncipe de los matemáticos».

 

Historia de la Filosofía: Inmanuel Kant

Immanuel Kant

(Königsberg, hoy Kaliningrado, actual Rusia, 1724-id., 1804) Filósofo alemán. Hijo de un modesto guarnicionero, fue educado en el pietismo. En 1740 ingresó en la Universidad de Königsberg como estudiante de teología y fue alumno de Martin Knutzen, quien lo introdujo en la filosofía racionalista de Leibniz y Wolff, y le imbuyó así mismo el interés por la ciencia natural, en particular, por la mecánica de Newton.

Kant
Su existencia transcurrió prácticamente por entero en su ciudad natal, de la que no llegó a alejarse más que un centenar de kilómetros cuando residió por unos meses en Arnsdorf como preceptor, actividad a la cual se dedicó para ganarse el sustento luego de la muerte de su padre, en 1746. Tras doctorarse en la Universidad de Königsberg a los treinta y un años, ejerció en ella la docencia y en 1770, después de fracasar dos veces en el intento de obtener una cátedra y de haber rechazado ofrecimientos de otras universidades, por último fue nombrado profesor ordinario de lógica y metafísica.
La vida que llevó ha pasado a la historia como paradigma de existencia metódica y rutinaria. Es conocida su costumbre de dar un paseo vespertino, a diario a la misma hora y con idéntico recorrido, hasta el punto de que llegó a convertirse en una especie de señal horaria para sus conciudadanos; se cuenta que la única excepción se produjo el día en que la lectura del Émile, de Rousseau, lo absorbió tanto como para hacerle olvidar su paseo, hecho que suscitó la alarma de sus conocidos.
En el pensamiento de Kant suele distinguirse un período inicial, denominado precrítico, caracterizado por su apego a la metafísica racionalista de Wolff y su interés por la física de Newton. En 1770, tras la obtención de la cátedra, se abrió un lapso de diez años de silencio durante los que acometió la tarea de construir su nueva filosofía crítica, después de que el contacto con el empirismo escéptico de Hume le permitiera, según sus propias palabras, «despertar del sueño dogmático».
En 1781 se abrió el segundo período en la obra kantiana, al aparecer finalmente la Crítica de la razón pura, en la que trata de fundamentar el conocimiento humano y fijar así mismo sus límites; el giro copernicano que pretendía imprimir a la filosofía consistía en concebir el conocimiento como trascendental, es decir, estructurado a partir de una serie de principios a priori impuestos por el sujeto que permiten ordenar la experiencia procedente de los sentidos; resultado de la intervención del entendimiento humano son los fenómenos, mientras que la cosa en sí (el nóumeno) es por definición incognoscible.
Pregunta fundamental en su Crítica es la posibilidad de establecer juicios sintéticos (es decir, que añadan información, a diferencia de los analíticos) y a priori (con valor universal, no contingente), cuya posiblidad para las matemáticas y la física alcanzó a demostrar, pero no para la metafísica, pues ésta no aplica las estructuras trascendentales a la experiencia, de modo que sus conclusiones quedan sin fundamento; así, el filósofo puede demostrar a la vez la existencia y la no existencia de Dios, o de la libertad, con razones válidas por igual.
El sistema fue desarrollado por Kant en su Crítica de la razón práctica, donde establece la necesidad de un principio moral a priori, el llamado imperativo categórico, derivado de la razón humana en su vertiente práctica; en la moral, el hombre debe actuar como si fuese libre, aunque no sea posible demostrar teóricamente la existencia de esa libertad. El fundamento último de la moral procede de la tendencia humana hacia ella, y tiene su origen en el carácter a su vez nouménico del hombre.
Kant trató de unificar ambas "Críticas" con una tercera, la Crítica del juicio, que estudia el llamado goce estético y la finalidad en el campo de la naturaleza. Cuando en la posición de fin interviene el hombre, el juicio es estético; cuando el fin está en función de la naturaleza y su orden peculiar, el juicio es teleológico. En ambos casos cabe hablar de una desconocida raíz común, vinculada a la idea de libertad. A pesar de su carácter oscuro y hermético, los textos de Kant operaron una verdadera revolución en la filosofía posterior, cuyos efectos llegan hasta la actualidad.

Galego: Xosé Luis Méndez Ferrín

Xose Luis Méndez Ferrín

(Ourense, 1938) Escritor español en lengua gallega. Licenciado en Filosofía y Letras, especialidad de Literatura, por la Universidad Complutense de Madrid, fue el cofundador junto con otros escritores del "Grupo Brais Pinto". También fue el fundador en los años sesenta del partido político Unión do Pobo Galego (UPG), del que fue expulsado posteriormente. Una vez apartado de esta organización, se incorporó al Partido Gallego del Proletario y a la Organización de Liberación Nacional Galicia Ceibe. Ejerció la docencia como catedrático de Lengua y Literatura Española en el Instituto Santa Irene de Vigo (Pontevedra).
Resultado de imagenDe entre sus obras destacan Voce na nevoa (1957), libro de poemas; Percival e outras historias (1958), un libro de relatos; Arrabaldo do norte (1964); O crepúsculo e as formigas (1966); Elipsis e outras sombras y Retorno a Tagen Ata (1971); Sirventes pola destrucción de Occitania (1975, poesía); Antón e os inocentes (1976); Pólvora e magnolias, poemario por el que consiguió el Premio de la Crítica en 1977; Poesía enteira de Heriberto Bens (1980), donde recogió todos sus poemas aparecidos en revistas bajo su seudónimo de Heriberto Bens; Crónique de Nos; O fin d'un canto (1982); Amor de Artur (narrativa).
En 1983 fue galardonado con el Premio Álvaro Cunqueiro, concedido por la Xunta de Galicia, que se negó a recoger por motivos políticos. En 1984 realizó un estudio crítico titulado De Pondal a Novoneyra; en 1985 publicó Arnoia, Arnoia y dos años más tarde, recibió el Premio Pedrón d'Ouro, otorgado por el Patronato del mismo nombre. En 1987 editó Bretanya esmeraldina (Bretaña, Esmeraldina), obra por la que fue candidato al Premio Nacional de Narrativa en 1988.
Militante del Frente Popular Galega (FPG), desde enero de 1990 intervino activamente en la campaña en petición del reconocimiento de derecho de autodeterminación del pueblo gallego organizada por el FPG y que preveía un debate con las fuerzas nacionalistas con representación en la Cámara gallega. Le fue concedido, el 4 de abril de 1992, el Premio de la Crítica de narrativa en lengua gallega, por su obra Arraianos, que contiene diez relatos breves escritos en un registro idiomático muy variado. También está en posesión del Premio Celanova-Casa de los Poetas, que anualmente otorga el Patronato Curros Enríquez.
En 1999 apareció un volumen de 18 narraciones bajo el título de Fría Hortensia y otros cuentos, donde mezcla los escenarios imaginarios y en época indeterminada con otros más realistas. Sus historias proceden del mundo de la Raya, espacio fronterizo entre Galicia y Portugal, habitado por criaturas misteriosas y primitivas, gentes trasgresoras, que viven en un espacio mítico generador de múltiples conflictos. 

Historia de España: Semana Trágica

 La Semana Trágica de Barcelona:

En agosto de 1909 Barcelona se recuperaba de ocho días de revueltas y graves enfrentamientos entre los obreros y el ejército. El día 2 de agosto la ciudad volvía al trabajo dentro de una cierta normalidad, se recuperaba la actividad religiosa con una precariedad evidente, ya que muchas iglesias habían sufrido daños graves y se extendía la represión entre los movimientos y las entidades republicanas y anarquistas.

La Semana Trágica, que también fue conocida como Negra, Sangrienta, Triste, de Duelo, Roja o Gloriosa, pero que la prensa de la época la llama Els fets de Barcelona (“Los hechos de Barcelona”), fue un estallido incontrolado muy centrado en la capital; porque si bien es cierto que también hubo algunos disturbios en otros lugares de Cataluña, el epicentro y la mayor parte de la revuelta tuvo lugar en Barcelona.
Para entender lo que pasó hay que ver cómo era la ciudad en ese momento. Barcelona estaba en expansión. Hacía 55 años que se habían derribado las murallas que la encorsetaban y 50 que había comenzado la urbanización de L’Eixample. Una docena de años antes, en 1897, la ciudad había experimentado un crecimiento fuerte con la agregación de seis municipios del Llano de Barcelona: Gràcia, Sant Gervasi, Sant Martí de Provençals, Sant Andreu de Palomar, Sants y Les Corts, y en 1904 también se había agregado Horta. Además, la ciudadanía sufría importantes desigualdades sociales y económicas. Por un lado, había una burguesía rica, con una vida social despreocupada, frívola y alegre. Por otra, había una sociedad obrera industrial pobre, con muchas carencias sociales, que hacía tiempo que luchaba, con poco éxito, para conseguir mejoras en sus derechos.

En aquel principio de siglo XX, el grado de analfabetismo de la población era muy alto, sobre todo en las familias obreras, que estaban formadas, a menudo, por la pareja con cinco o seis hijos y la madre de alguno de los dos miembros de la pareja, y que vivían hacinadas en pisos pequeños, en muchos casos en un solo espacio donde tenían que hacerlo todo: dormir, vestirse, preparar las comidas, lavarse, comer… Las criaturas de entre 8 y 15 años constituían un 14% de la población obrera de la ciudad. Por otra parte, la visión de una Iglesia católica rica y opulenta, mucho más cercana a los poderosos, hizo que se fuera extendiendo el anticlericalismo en una sociedad obrera con una fuerte implantación del republicanismo y el anarquismo.
En estas condiciones estalló un conflicto bélico colonial en el norte de Marruecos y el Gobierno de Antonio Maura decidió enviar allí a reservistas, mayoritariamente de Cataluña y de Barcelona. En aquel momento era posible evitar el servicio militar mediante el pago de dinero, por lo tanto quienes se iban de soldado eran los pobres, que no tenían las 1.500 pesetas de la época que les permitían librarse de este. Además, el hecho de enviar a reservistas hacía que quienes marchaban fueran hombres jóvenes, maridos y padres, que al irse dejaban a la familia prácticamente en la miseria, ya que su sueldo era el más importante que entraba en casa. Además, en las retinas de la gente aún estaba muy presente el regreso de los soldados, años antes, llenos de miseria y con enfermedades tropicales, después de que España perdiera Cuba y Filipinas.

Los primeros reservistas embarcaron en el puerto de Barcelona con barcos propiedad del marqués de Comillas, donde algunas damas de la aristocracia, como las marquesas de Comillas y de Castellflorite, les repartían escapularios y detentes, que son unas piezas de ropa con la imagen de Jesucristo o del Sagrado Corazón y la inscripción “detente, bala” para que los soldados se los pusieran en el pecho para protegerse del fuego enemigo.
Es en este escenario que fue convocada una huelga general para el lunes 26 de julio como protesta contra la política del Gobierno en la zona del Rif. La huelga se inició en la madrugada del lunes y se fue extendiendo desde los barrios obreros de la periferia hacia las fábricas del centro. Entre los piquetes que recorrían la ciudad para pedir el seguimiento de la huelga destacó la presencia de las mujeres. De repente, la huelga se convirtió en insurrección con enfrentamientos graves entre el ejército y grupos de obreros y anarquistas que levantaron barricadas y dirigieron su furia hacia los edificios religiosos, sobre todo las escuelas y las iglesias. En muchos casos se dejó marchar a las comunidades religiosas antes de prender fuego a los edificios.

Aquellos ocho días de revuelta provocaron un total de 87 muertos, entre militares (3), guardias civiles (2), sacerdotes (3), miembros de la Cruz Roja (4) y civiles (75). Fueron asaltados 81 edificios, entre los que había 27 escuelas de órdenes religiosas, 4 escuelas parroquiales, 18 iglesias y 18 conventos. Terminada la revuelta, la represión fue importante: hubo más de 2.000 personas detenidas, se clausuraron más de 130 centros y entidades considerados subversivos, entre los que había escuelas laicas y sedes republicanas, y fueron procesadas por tribunales militares 1.725 personas.
Los tribunales dictaron 59 cadenas perpetuas y 17 condenas a muerte, 12 de las cuales fueron conmutadas por cadena perpetua. Finalmente fueron ejecutadas 5 personas: Josep Miquel Baró, líder de la revuelta en Sant Andreu; Antoni Malet Pujol, acusado de quemar objetos de una iglesia y de disparar contra el ejército; Eugeni del Hoyo, guarda de seguridad que disparó contra el ejército; Ramon Clemente García, un carbonero con deficiencia mental que bailó con el cadáver de una monja, y Francesc Ferrer i Guàrdia, que a pesar de quedar claro y comprobado que no tuvo ningún tipo de participación, fue condenado como incitador de la revuelta.







 
Enlace:http://lameva.barcelona.cat/barcelonablog/insolito/la-semana-tragica-de-1909?lang=es

Inglés: Charles Dickens

Charles Dickens

(Portsmouth, Reino Unido, 1812-Gad's Hill, id., 1870) Escritor británico. En 1822, su familia se trasladó de Kent a Londres, y dos años más tarde su padre fue encarcelado por deudas. El futuro escritor entró a trabajar entonces en una fábrica de calzados, donde conoció las duras condiciones de vida de las clases más humildes, a cuya denuncia dedicó gran parte de su obra.

Charles Dickens
Autodidacta, si se excluyen los dos años y medio que pasó en una escuela privada, consiguió empleo como pasante de abogado en 1827, pero aspiraba ya a ser dramaturgo y periodista. Aprendió taquigrafía y, poco a poco, consiguió ganarse la vida con lo que escribía; empezó redactando crónicas de tribunales para acceder, más tarde, a un puesto de periodista parlamentario y, finalmente, bajo el seudónimo de Boz, publicó una serie de artículos inspirados en la vida cotidiana de Londres (Esbozos por Boz).
El mismo año, casó con Catherine Hogarth, hija del director del Morning Chronicle, el periódico que difundió, entre 1836 y 1837, el folletín de Los papeles póstumos del Club Pickwick, y los posteriores Oliver Twist y Nicholas Nickleby. La publicación por entregas de prácticamente todas sus novelas creó una relación especial con su público, sobre el cual llegó a ejercer una importante influencia, y en sus novelas se pronunció de manera más o menos directa sobre los asuntos de su tiempo.
En estos años, evolucionó desde un estilo ligero a la actitud socialmente comprometida de Oliver Twist. Estas primeras novelas le proporcionaron un enorme éxito popular y le dieron cierto renombre entre las clases altas y cultas, por lo que fue recibido con grandes honores en Estados Unidos, en 1842; sin embargo, pronto se desengañó de la sociedad estadounidense, al percibir en ella todos los vicios del Viejo Mundo. Sus críticas, reflejadas en una serie de artículos y en la novela Martin Chuzzlewit, indignaron en Estados Unidos, y la novela supuso el fracaso más sonado de su carrera en el Reino Unido. Sin embargo, recuperó el favor de su público en 1843, con la publicación de Canción de Navidad.
Después de unos viajes a Italia, Suiza y Francia, realizó algunas incursiones en el campo teatral y fundó el Daily News, periódico que tendría una corta existencia. Su etapa de madurez se inauguró con Dombey e hijo (1848), novela en la que alcanzó un control casi perfecto de los recursos novelísticos y cuyo argumento planificó hasta el último detalle, con lo que superó la tendencia a la improvisación de sus primeros títulos, en que daba rienda suelta a su proverbial inventiva a la hora de crear situaciones y personajes, responsable en ocasiones de la falta de unidad de la obra. En 1849 fundó el Houseold Words, semanario en el que, además de difundir textos de autores poco conocidos, como su amigo Wilkie Collins, publicó La casa desierta y Tiempos difíciles, dos de las obras más logradas de toda su producción. En las páginas del Houseold Words aparecieron también diversos ensayos, casi siempre orientados hacia una reforma social. 
A pesar de los diez hijos que tuvo en su matrimonio, las crecientes dificultades provocadas por las relaciones extramatrimoniales de Dickens condujeron finalmente al divorcio en 1858, al parecer a causa de su pasión por una joven actriz, Ellen Teman, que debió de ser su amante. Dickens hubo de defenderse del escándalo social realizando una declaración pública en el mismo periódico. En 1858 emprendió un viaje por el Reino Unido e Irlanda, donde leyó públicamente fragmentos de su obra. Tras adquirir la casa donde había transcurrido su infancia, Gad's Hill Place, en 1856, pronto la convirtió en su residencia permanente.
La gira que inició en 1867 por Estados Unidos confirmó su notoriedad mundial, y así, fue aplaudido en largas y agotadoras conferencias, entusiasmó al público con las lecturas de su obra e incluso llegó a ser recibido por la reina Victoria poco antes de su muerte, acelerada por las secuelas que un accidente de ferrocarril dejó en su ya quebrantada salud.