Historia de la filosofía medieval
A diferencia de lo que había ocurrido con la filosofía griega, que había
centrado su reflexión en torno a la determinación del objeto, la
filosofia medieval centrará su interés en Dios.
La filosofía helenística
había dado una orientación práctica al saber, dirigiéndolo hacia la
felicidad del hombre. Es el caso del estoicismo y del epicureísmo, que
habían colocado a la ética en el vértice del saber.
A lo largo de los
primeros siglos de nuestra era, la progresiva expansión del cristianismo
y otras religiones mistéricas irá provocando la aparición de otros
modelos de felicidad o "salvación individual", que competirán con los
modelos filosóficos. Frente a la inicial hostilidad hacia la filosofía
manifestada por algunos de los primeros padres apologistas cristianos,
sus continuadores encontrarán en la filosofia, especialmente a partir
del desarrollo del neoplatonismo de Plotino, un instrumento útil, no
sólo para combatir otras religiones o sistemas filosóficos, sino también
para comprender, o intentar comprender, los misterios revelados. Surge
de ahí una asociación entre filosofía y cristianismo o, más en general,
entre filosofía y religión, que pondrá las bases de la futura filosofía
medieval, entre los cristianos, los musulmanes y los judíos.
El tema
fundamental de reflexión pasará a ser la divinidad, quedando subordinada
la comprensión e interpretación del mundo, del hombre, de la sociedad,
etc al conocimiento que se pueda obtener de lo divino. La fe, que
suministra las creencias a las que no se puede renunciar, tratará de
entrar en diálogo con la razón.
La inicial sumisión de la razón exigida
por la fe, dejará paso a una mayor autonomía propugnada, entre otros,
por Santo Tomás de Aquino, que conducirá, tras la crisis de la
Escolástica, a la reclamación de la independencia de la razón con la que
se iniciará la filosofía moderna.
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